Algo sexual: El dolor crónico y el erotismo.

Consciente de que el presente título podía prestarse a múltiples interpretaciones, lo elegí para dar una conferencia en Morelia, Mich. en el marco del XVI Congreso Internacional de Algología, y es que como me agrada crear expectativas jugué un poco con las palabras y adecué el prefijo Algos (dolor) para combinarlo con el término sexual; mi objetivo fue señalar que incluso las personas que padecen dolor crónico conservan el erotismo y se benefician de un trato afectuoso. Igualmente traté de enfatizar que tanto el erotismo como la sexualidad, no necesariamente incluyen el coito.

 

Cuando me hicieron la invitación para participar acepté de inmediato pues era una oportunidad para entrar en contacto con otro tipo de especialistas que por cierto trabajan con una gran cantidad de gente ya que 28.5 de millones de mexicanos padecen dolor crónico. (1)

 

Convencido de que todo mundo habla de cualquier tema pero, a la hora de explicar los significados la gente recula, acudí al Diccionario de la Real Academia Española donde dice lo siguiente respecto a dolor:

  1. m. Sensación molesta y aflictiva de una parte del cuerpo por causa interior o exterior.
  2. m. Sentimiento de pena y congoja.

 

En cambio la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor dice:

Experiencia sensorial y emocional desagradable con daño tisular o potencial o descrito en términos de dicho daño. (2)

 

Armado con esto me puse a buscar artículos acerca del dolor crónico y la sexualidad o el erotismo sólo para toparme con que muy poco se ha escrito al respecto, lo cual en vez de vez de desanimarme me animó para continuar porque pensé: capaz que la charla puede sensibilizar a alguien en ese ámbito.

Querámoslo o no puede parecer una verdadera irreverencia que en un Congreso sobre dolor se hable sobre el tema sexual pues a éste último se le relaciona con infinidad de situaciones entre las que destacan: diversión, placer, picardía, amor y hasta tiene aspectos sórdidos (Sadomasoquismo), en cambio el dolor es considerado algo muy serio y me atrevería a decir que en ocasiones hasta encomiable pues durante mucho tiempo se apreciaba a quien lo soportaba con estoicismo.

Antecedentes

Allá por 1886 el Dr. Richard von Krafft-Ebing (1840-1902) publicó su libro “Psicopatía sexual”, que según el autor de este escrito marca el inicio de la Sexología, pues bien ese psiquiatra forense fue el creador de dos conceptos por demás interesantes: Sadismo, después de leer algunas obras de Donatien Alphonse François de Sade (1740-1814), mejor conocido como El marqués de Sade; por cierto este personaje pasó más de la mitad de su vida en prisión, incluso estuvo recluido en la Bastilla. Prolífico escritor y pensador del cual se desconoce, por lo general, su faceta revolucionaria y anticlerical. Las siguientes palabras lo pintan de cuerpo entero y me parece que por desgracia, siguen vigentes:

 

“La ley sólo existe para los pobres; los ricos y los poderosos la desobedecen cuando quieren, y lo hacen sin recibir castigo porque no hay juez en el mundo que no pueda comprarse por dinero.”

 

Vale la pena que la próxima vez que lo lea ponga atención en estos menesteres porque según Xabier Lizarraga: “Al Marqués de Sade le quedó chica la revolución francesa.”

 

Krafft-Ebing, también habló de Masoquismo término relacionado con Leopold von Sacher Masoch (1836-1895) autor de: “Venus con abrigo de pieles.” Pero ni el sadismo ni el masoquismo vienen al caso pues en ambas circunstancias, el placer sexual se relaciona, necesariamente, con estímulos dolorosos, además la gente que interviene en esas prácticas lo hace de forma voluntaria; en cambio a las personas con dolor crónico no es eso lo que sucede.

¿Cómo afecta el dolor crónico las relaciones sexuales?

La mayoría de las investigaciones coinciden en que, el dolor y la enfermedad crónica afectan negativamente tanto las relaciones como la satisfacción sexual de los pacientes y de sus parejas. Esto significa que a causa del dolor crónico, la expresión sexual puede distorsionarse, inhibirse, sublimarse o alienarse incluso hace que algunas personas se tornen exigentes o temerosas. La idea de que la actividad sexual causa, precipita o agrava el dolor, mueve al individuo a mostrarse reluctante a participar pues la ansiedad y la depresión suelen alterar la función sexual.

Debe quedar bien claro que el deseo y la necesidad sexual no desaparecen por el dolor, aunque resulte difícil de entender y de aceptar; la sexualidad no desaparece cuando el dolor golpea, sólo se posterga y es que aun en las situaciones más extremas es posible expresar la sexualidad, por supuesto de alguna manera distinta a la que acostumbramos y no debe perderse de vista que aparte de ser una necesidad es un derecho inherente e inalienable de los seres humanos.

Muchas enfermedades y procedimientos quirúrgicos pueden ocasionar dificultades sexuales y entre las que tienen efectos más devastadores se cuentan las enfermedades del sistema neuromuscular; cualquier discapacidad del sistema nervioso o pérdida de los movimientos musculoesqueléticos, como en la esclerosis múltiple, distrofia muscular o artritis (de cualquier tipo) puede involucrar alguna disfunción sexual.

 

Quienes padecen dolor crónico son portadores de miedos entre los que destacan:

  • Ser menos atractivos.
  • A tener dolor durante el encuentro sexual (su pareja teme causarlo)
  • A fracasar.
  • A que cualquier caricia deba, forzosamente terminar en una cópula.
  • A no tener una respuesta inmediata a los estímulos eróticos.
  • En el supuesto de una cópula, a ser incapaz de alcanzar el orgasmo.

 

Para vivir de una manera más armónica cuando se padece dolor crónico pueden resultar útiles las siguientes sugerencias:

  • Aceptar el dolor, suena tonto pero con frecuencia la persona lo niega, no se atiende y por tanto la gravedad se hace mayor; esto suele suceder con más frecuencia en los varones
  • Compartir sentimientos con la pareja, ¡por parte de ambos!
  • Analizar ¿qué cambió, desde el punto de vista erótico-sexual a raíz del dolor?
  • Qué requiere cada miembro de la pareja en el ámbito del erotismo; con frecuencia la gente se crea expectativas, no realistas, en relación con la otra persona.
  • Explorar otras formas de expresión sexo eróticas.

 

Los profesionales de la terapia sexual conocen que el dolor durante la actividad coital es bastante frecuente, por ejemplo, Graziottin encontró Dispareunia en 10 a 15% de mujeres jóvenes y en 33% de menopáusicas. (3) Pero algo que sigue vigente es que los varones se quejan menos de dolores durante la cópula, sin que ello implique su inexistencia.

El tema de la sexualidad pareciera estar vedado para estas personas pues, lo mismo que la mayoría de la gente pocas veces se atreven a solicitar la ayuda del profesional de la salud: “Si le comento que se me antoja puede pensar que no me duele tanto.”

Como la mayoría de las personas consideran que Dolor mata sexualidad, se resignan a vivir en la abstinencia. Por otra parte siempre está vigente la interrogante de ¿A quién le pregunto? A lo antes mencionado debe agregarse que pocas son las escuelas o facultades de Medicina que incluyen el tema de la sexualidad o la Sexología en su currícula y por ello el médico, en términos generales tampoco se atreve a incursionar por los ámbitos del erotismo; suelen temer que se consuma mucho tiempo si se aborda el tema, o que el paciente se ofenda. Todo lo anterior se erige como un muro, casi, casi como el que quiere levantar Donald Trump.

En varias ocasiones he manifestado que vivimos en una época y en una sociedad que se caracterizan por ser hipergenitalizadas y orgasmomaniácas por ello concuerdo con la sexóloga Esther Corona en que padecemos la: Mecánica copular.

El coito pero sobretodo, la penetración y el orgasmo se convierten en una obsesión a los cuales debe llegarse a cualquier precio; parafraseando a Vince Lombardi, aquel gran entrenador de futbol americano, la gente parece decir y vivir: “El coito no es importante, es lo único”, borrando de golpe y porrazo otras opciones a la consecución del placer como puede ser la Masturbación, o para que no se estremezcan las buenas conciencias: el Autoerotismo, y por supuesto El faje.

En las penumbras, las almas piadosas y pudibundas pueden susurrar: Cómo se atreven a insinuar que el paciente con dolor crónico piense en algún momento en lo sexual, imposible imaginar que quiera y menos aún se atreva a profanar su cuerpo. Pero la realidad entabla singulares batallas contra nuestros prejuicios y como señala la sexóloga escandinava Tarja Sandberg:

El placer sexual es un analgésico que levanta el ánimo y la sensación de satisfacción general.” (4)

Basta y sobra con evocar las sensaciones consecutivas a un encuentro sexual satisfactorio; quienes alcanzan el orgasmo difícilmente logran describirlo, pero algunas personas sobretodo mujeres, cuando la experiencia resultó plena de afecto, respeto, cuidado, atenciones, pasión e inventiva suelen decir que resultó muy agradable pese a no alcanzar el clímax; insisto con los varones suele no suceder eso porque estamos convencidos de que es indispensable eyacular: Si no eyaculo puedo enfermarme y tú vas a ser la culpable, así que ayúdame a lograrlo (Frase emitida por el novio en la puerta de la entrada de la casa de su pareja, antes de despedirse). ¿Alguien de quienes están leyendo este escrito vivieron algo parecido?

La terapia sexual como solución

Es indudable que la información realista, respetuosa y actualizada permitirá al paciente y a su pareja hallar respuestas a infinidad de cuestionamientos que a veces no se comparten ni entre ellos mismos. Estoy parcialmente de acuerdo con Schover et al: … entre 80 y 90% de los pacientes se benefician con un breve consejo sexual y no necesitan de una consulta especializada (5). Como se comentó renglones antes no todos los profesionales de la salud están embebidos en el tema, habrá algunos que por diferentes motivos no quieran abordarlo y habrá que respetar esa situación pero lo ideal sería que en ese caso canalizara a sus pacientes con un terapeuta sexual para que las asesorara. Sin embargo, debemos ser muy cuidadosos y tomar en cuenta lo dicho por Grau Abalo et al: La función terapéutica no es hacer labor proselitista o predicar, sino sugerir alternativas (6). Tenemos derecho a practicar nuestras creencias religiosas pero, es preferible y muy aconsejable mantenerlas al margen para de ese modo brindar el mejor de los servicios a quienes nos consultan; si alguien cree que un enfermo debe abstenerse de la práctica sexual por el sólo hecho de tener un padecimiento está cometiendo un error aunque ello no niega la existencia de situaciones concretas como Placenta previa, en que la cópula está prohibida.

El profesional de la salud aunque no sea un sexólogo puede evaluar el erotismo de sus pacientes poniendo en práctica los siguientes pasos:

  • Abrir el tema en el consultorio.
  • Mantener una postura respetuosa.
  • Evaluar la relación de pareja y averiguar cómo, el paciente, califica su vivencia sexual.
  • Analizar cómo el dolor ha afectado el erotismo; tomar en cuenta que en ocasiones se descubren ganancias secundarias, por ejemplo el esposo que no toca a su esposa para no molestarla pero que en realidad padece disfunción eréctil.
  • Analizar efectos secundarios del tratamiento.
  • Explorar con la pareja posibles formas de expresión erótica distintas a la cópula.
  • Animarlos a que avisen a la pareja acerca de cualquier incomodidad pues, no se trata de comportarse como mártires.
  • Señalarles que pueden usar lubricantes, solubles en agua cuando sea necesario.
  • Enfatizar que las caricias siempre serán bienvenidas.

Por cierto, resulta dramático que la posición sexual más frecuente, entre los heterosexuales, causa enormes dificultades cuando se padece dolor crónico por causas neuromusculares; si bien, cuando el hombre está encima de su pareja existe una buena comunicación tanto verbal como visual, resulta difícil para la mujer abducir (abrir) y rotar las caderas para la posición en decúbito supino, mejor conocida como la del Misionero. En cambio, en las posturas laterales con penetración a vagina desde la parte posterior (de a cucharita), resultan menos forzadas y por tanto disminuyen el miedo de la pareja a ocasionar dolor.

Los tranquilizantes mayores, los relajantes musculares y los narcóticos han formado parte tradicional del tratamiento del dolor pero la disminución del apetito sexual y el apetito sexual son efectos colaterales comunes; motivo por el cual resulta indispensable informar a los pacientes al respecto y auxiliarlos para que sincronicen sus dosis, es decir, que procuren el encuentro erótico cuando el efecto analgésico esté en su apogeo.

A manera de corolario:

  • La sexualidad y el erotismo son inherentes a todos los seres humanos.
  • Ambas características nos acompañan a lo largo de nuestras vidas.
  • El dolor crónico más que eliminarlas las modifica y pueden disfrutarse con tratamientos adecuados.
  • El encuentro erótico no forzosamente debe terminar en coito y tampoco es indispensable alcanzar el orgasmo, lo que sí es ideal es que ambas personas disfruten.
  • El autoerotismo es una opción que siempre está al alcance de la mano,
  • Por más grave que esté el paciente, por más intenso que sea el dolor, el saberse amado y deseado aumentan tanto su autoestima como su calidad de vida.

 

Según el Dr. Benjamín Domínguez Trejo, los moduladores psicológicos que más funcionan contra la adversidad son: apoyo social como amigos, vecinos, parientes, mascotas, psicólogos, médicos, libros de autoayuda. (1).

 

Yo agregaría que la cercanía, el afecto y el amor también contribuyen con un granito (¡qué va!, con un puñado) de arena a que esa persona viva no sólo de forma más placentera sino también más digna.


 

Sobre el Dr. Francisco Delfín Lara

Tiene más de 30 años de experiencia brindando terapia sexual. Imparte conferencias, cursos o talleres sobre: sexualidad, erotismo, disfunciones sexuales, masculinidad, paternidad, prevención de la violencia y otros temas.

www.sexualogía.com

 


 

 

Bibliografía:

 

Boletín UNAM-DGCS-581. Hasta 60% de alivio al dolor crónico, con elementos psicológicos. Ciudad Universitaria septiembre 30 del 2010.
Dagnino S. Jorge. Definiciones y clasificaciones del dolor. Boletín de la Escuela de Medicina. Vol. 23 No. 3. 1994. http://escuela.med.puc.cl/publ/boletin/dolor/ Definiciones.html
Graziottin A. Clinical Approach to Dyspareunia. Journal of Sex Marital Therapy. 2001;27:607-613
Love-ly sexuality. Living with MSD. Nesletter of the Allied Health Professionales in Rheumatology. Volum 9 No. 2. 2008.
Schover LR et al. Psycholigical aspects of pacientes with cancer.: Sexual problems in patients with cancer. En_ Clinical Oncology: A multidisciplinary approach. 2ed. New York. American Cancer Society.1989:383-418
Grau Abalo JA et al. La sexualidad en pacientes con cáncer: Algunas consideraciones sobre su evaluación y tratamiento. Revista Cubana de Oncología. 1999;15(1):49-65 Francisco Delfín Lara.